Salía de lavar su coche, ese viejo auto blanco comprado años atrás. Iba conduciendo por las calles de Madrid, como tantos otros días, tranquilo, relajado, escuchando la radio, cuando algo en su interior le llevó a elegir otro camino. De pronto se encontró con un montón de callejones, calles cortadas, callejuelas sin salida ¡aquello parecía un laberinto!
Incapaz de continuar en el coche, se bajó, intentaría salir de allí, a pie, o encontrar a alguien que le indicara la salida. Aquello era realmente desolador, estaba abandonado, ya no solo le parecía un laberinto, también tenía pinta de fortaleza.
¡Cu cum! ¿qué había sido aquello?
¡Cu cum! Retrocedió, estaba asustado, parecía, parecía... ¿un latido?
Y entonces latió el suyo cu cum, cu cum, cu cum, cu cum, cada vez más rápido. Algo raro estaba pasando, su corazón no paraba de contraerse, a cada paso que daba, aceleraba o frenaba el ritmo.
Decidió dirigirse hacia donde su corazón entraba en taquicardia, hacia donde los latidos que había escuchado se oían más fuertes. Giró una calle, otra, siguió recto, a la derecha, ahora a la izquierda, tomó una nueva calle y cayó al suelo, ¿qué era aquello? era completamente diferente del lugar, era, era... bonito, maravilloso, como un sueño. Estaba lleno de colores.
Se quedó fascinado, ¿Dónde estaba?
Estaba completamente centrado en sus pensamientos, cuando apreció una luz que parpadeaba como si fuera un latido. Fue hasta ella, y entonces lo vio, un corazón, pequeñito, escondido, asustado, y sin embargo era lo más bello que había visto nunca, ese corazón era diferente a todos los demás, era especial.
-Hola pequeño corazón.
Tímido, le dirigió una sencilla mirada, asustadiza, pero dejó ver al chico el brillo y la vitalidad que desprendían esos ojos.
-¿Estás solo? ¿Quieres que te ayude?
Seguía sin recibir respuesta. En aquel momento una hadita que pasaba por allí se acercó hasta ellos.
-Hola joven.
-Hola hadita, ¿puedes ayudarme? no consigo llegar al corazón
-Es un corazón difícil, llegar a él es complicado. Vive aquí, tranquilo y feliz. Se ha construido este mundo de ilusión y fantasía, y lo ha rodeado de una coraza, para que nadie pueda llegar a él. Y sin embargo, lo realmente imposible no es llegar aquí, sino hacer que él salga. Cada vez que alguien consigue entrar en su mundo, se esconde, no quiere salir fuera, y que le hagan daño, aquí el dolor no existe.
-Pero, no puedo dejarlo aquí, yo quiero llevarme este corazón conmigo, cuidarlo, quererlo, hacerle feliz. Quiero que sonría, que juegue, que se divierta, que sea feliz. Quiero compartirlo todo con este corazón.
-Pues inténtalo, pero te advierto que nunca nadie lo ha conseguido.
-Yo lo conseguiré.
Y la hadita desapareció.
Se sentó al lado del corazón.
-Me voy a quedar, aquí, a tu lado, el tiempo que haga falta, hasta que quieras salir de tu escondite, y estés dispuesto a enseñarme tu mundo.
Los días fueron pasando, allí en un rincón, sin moverse ni él, ni el corazón, hablando, riéndose, sin que el tiempo fuera un problema.
Un día el corazón se aventuró a salir de su escondite, y le enseñó su pequeño mundo secreto al joven.
El corazón seguía asustado, pero sabía que tarde o temprano tendría que afrontar la realidad que le esperaba fuera. No quería dar solo ese paso, y si quería que alguien le acompañara en ese nuevo reto, ese era ÉL.
Se plantaron frente a la puerta, llevaba el corazón entre sus manos, y al dar el siguiente paso, listo para recorrer aquel laberinto junto con el corazón, la fortaleza no estaba, en su lugar apareció el Retiro, el corazón desapareció de sus manos y a su lado apareció una joven, al mirarla a los ojos, reconoció a la propietaria del corazón.
-¿Estás lista?
-Sí.
Y juntos empezaron un nuevo camino.
besitos de algodón de azúcar
2 comentarios:
Creo que quien más y quien menos, todos escondemos nuestro corazón, yo por lo menos lo hago.
Estoy de acuerdo,aunque sea un poquito, todo el mundo lo tiene escondido
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