Desde la calle apenas se diferenciaba de otras ventanas.Era normalita, de cristal, y con el marco blanco, las persianas solían estar levantadas, y se podían apreciar unas cortinas en el interior.
Desde dentro era diferente, a través de ella podía verse el exterior, la luz, la vida. Y ella lo sabía.
Le gustaba su ventana, todos los días pasaba largas horas mirando a través de ella. Todo lo que sabía sobre el mundo era gracias a ella. "Eres muy observadora" le habían dicho alguna vez.
Sí, había aprendido a serlo, porque era lo único que hacía, observaba pero no vivía. Conocía los detalles de cada una de las personas que habían pasado por aquella calle, por aquel camino que llevaba su nombre, pero que nunca se había atrevido a recorrerlo.
Pero aquello no la hacía feliz. Ella realmente quería abrir esa ventana y salir fuera, para ver mundo, experimentar, tropezarse y volver a levantarse, correr, saltar, gritar. Había intentado abrirla, más de una vez, pero estaba atascada.
Igual si alguien intentara hacer algo desde fuera, no abrirla del todo, eso debía hacerlo ella, pero una pequeña patadita, seguro que eso ayudaría, pero ¿quién?
Un día, como otro cualquiera, oyó unos golpecitos en su ventana. Se asomó, era un chico completamente desconocido.
-Perdona, he llegado a esta calle, y es demasiado compleja para mí, he preguntado y me han dicho que tú podías ayudarme. ¿Me acompañas y damos un paseo?
-Mi ventana no se abre.
-¿Cómo que no se abre? Será que no lo has intentado, o que no ha ocurrido nada que te llevara a poner todo tu empeño.
Puede que tuviera razón, nunca nada había llamado su atención lo suficiente. Pero en ese momento, le apetecía pasear, quería pasear, deseaba dar ese paseo más que nada en el mundo.
Abrió la ventana, y salió fuera, a conocer su calle, a vivir su vida.
Besitos de algodón de azúcar
sábado, 28 de julio de 2007
domingo, 22 de julio de 2007
Parece mentira que no estuvieras
Hace algún tiempo, una amiga, tras verme feliz en mi nube me preguntó:
-¿Te acuerdas de cómo era tu vida antes de conocerle?
Lo pensé un rato, claro que me acordaba, como no me iba a acordar, han sido muchos años sin que él estuviera presente.
Pues hoy me he dado cuenta de que ya no me acuerdo.
He estado viendo fotos, ni siquiera eran muy antiguas, del año pasado, y me cuesta creer que en aquellos momentos él no estuviera, que no fuera él quien ocupara mis pensamientos ni quien estaba en mi corazón.
Pienso en acontecimientos de mi pasado, y me hubiera gustado que él estuviera conmigo, compartiéndolos, quisiera haber formado parte de los momentos importantes de su vida, y cuando veo que no ha sido así, no sé, es raro.
Entonces sale mi yo ilusionado y pienso en todos los momentos que aún podemos vivir, juntos. La cantidad de fotos que voy a hacer, y verlas una y otra vez.
miércoles, 18 de julio de 2007
¿Me recuerdas?
Siempre he pensado que mi cara era fácil de olvidar. Cuando mis amigas y yo conocíamos a gente, si un tiempo después volvíamos a encontrarnos, de mí nunca se acordaban, era la más invisible del grupo. Eso me dolía, pensaba que nunca calaba en la gente, que siempre estaba a la sombra de las demás, que era el patito feo del grupo, porque en mi nunca se fijaban. Y si de mi cara no se acordaban, del nombre... menos aún. Así que no sé cuantas veces me he tenido que presentar para que por fin se dieran cuenta de que existo.
Pero recientemente ha pasado algo que me ha hecho cambiar de opinión, aunque sea un poquito. Hay personas que si se acuerdan de mí, incluso aunque lleven más de 10 años sin verme, desde los 3 o desde los 7.
Hace poco me encontré con mi profesora de la guardería, y no la veía desde hacía muchííísimo, porque terminó cambiándose de colegio hace tiempo. Estaba en la calle esperando a una amiga y se me acerca, me sonríe, y me pregunta ¿qué tal todo? Me quede a cuadros, no he cambiado mucho, pero no sé, anda que no ha tenido niños desde que yo la dejé con 4 añitos hasta ahora, que tengo 21. Ese tipo de encuentros me hacen ilusión, me alegran el día.
También unas semanas atrás, llegó mi madre a casa tras salir a hacer la compra, y al entrar por la puerta me dice:
- ¿A qué no sabes quien me ha dicho que te ha visto el otro día?- y mi pensamiento inmediato de: pues no, no lo sé, anda que no me puede ver gente por la calle.
-¿Te acuerdas del vecino que vivía abajo, C***?
-Claro- como para olvidarle, yo era pequeñita, pero hay una foto suya por ahí, que cuando la he visto ya más mayor, siempre he pensado que era una pena que yo no hubiera sido más mayor, o el más joven, porque es guapísimo, o al menos lo era.
-Pues te ha visto el otro día, pero no te dijo nada, porque no creía que te acordaras de él, tenías 7 añitos. Dice que estás igualita, más mayor, pero que sigues igual- Y yo pensando, sí, muchas veces no solo por fuera, también por dentro tengo 7 años.
Entonces llegué a la conclusión de que a primera vista no soy la tía más despampanante como para que los ojos se queden conmigo, ni la más extrovertida como para dejar un poquito de huella. Pero que con un poquito que se me conozca, ya no se me olvida tan facilmente, ni pasados años y años, habiendo sufrido los cambios de la adolescencia, y esto no le pasa a todo el mundo.
besitos de algodón de azúcar(como el que me pienso comer hoy)
Pero recientemente ha pasado algo que me ha hecho cambiar de opinión, aunque sea un poquito. Hay personas que si se acuerdan de mí, incluso aunque lleven más de 10 años sin verme, desde los 3 o desde los 7.
Hace poco me encontré con mi profesora de la guardería, y no la veía desde hacía muchííísimo, porque terminó cambiándose de colegio hace tiempo. Estaba en la calle esperando a una amiga y se me acerca, me sonríe, y me pregunta ¿qué tal todo? Me quede a cuadros, no he cambiado mucho, pero no sé, anda que no ha tenido niños desde que yo la dejé con 4 añitos hasta ahora, que tengo 21. Ese tipo de encuentros me hacen ilusión, me alegran el día.
También unas semanas atrás, llegó mi madre a casa tras salir a hacer la compra, y al entrar por la puerta me dice:
- ¿A qué no sabes quien me ha dicho que te ha visto el otro día?- y mi pensamiento inmediato de: pues no, no lo sé, anda que no me puede ver gente por la calle.
-¿Te acuerdas del vecino que vivía abajo, C***?
-Claro- como para olvidarle, yo era pequeñita, pero hay una foto suya por ahí, que cuando la he visto ya más mayor, siempre he pensado que era una pena que yo no hubiera sido más mayor, o el más joven, porque es guapísimo, o al menos lo era.
-Pues te ha visto el otro día, pero no te dijo nada, porque no creía que te acordaras de él, tenías 7 añitos. Dice que estás igualita, más mayor, pero que sigues igual- Y yo pensando, sí, muchas veces no solo por fuera, también por dentro tengo 7 años.
Entonces llegué a la conclusión de que a primera vista no soy la tía más despampanante como para que los ojos se queden conmigo, ni la más extrovertida como para dejar un poquito de huella. Pero que con un poquito que se me conozca, ya no se me olvida tan facilmente, ni pasados años y años, habiendo sufrido los cambios de la adolescencia, y esto no le pasa a todo el mundo.
besitos de algodón de azúcar(como el que me pienso comer hoy)
domingo, 15 de julio de 2007
PIDE UN DESEO
Era un día como otro cualquiera, de los tantos que hemos pasado juntos, pero tú lo volviste especial, como haces siempre.
Sentados, uno en frente del otro, te acercaste.
-Espera, tienes una pestaña- Y me la quitaste, con dulzura, con ternura, con delicadeza, con el corazón.
-Pide un deseo.
Y por primera vez en mucho tiempo, no sabía que pedir. Siempre tenía un deseo a mano, el mismo, porque nunca se cumplía, y era lo que más ilusión me hacía. Pero el día que apareciste me quedé sin deseos, porque eras lo que yo quería.
Y allí, en el parque me invadió una sensación de felicidad que no había experimentado nunca, era realmente feliz, sin que nada malo pasara por mi cabeza.
Supongo que siempre habrá algún deseo que se pueda pedir, ahora estoy buscando uno nuevo, y sé que se llegará a cumplir.
besitos de algodón de azúcar
Sentados, uno en frente del otro, te acercaste.
-Espera, tienes una pestaña- Y me la quitaste, con dulzura, con ternura, con delicadeza, con el corazón.
-Pide un deseo.
Y por primera vez en mucho tiempo, no sabía que pedir. Siempre tenía un deseo a mano, el mismo, porque nunca se cumplía, y era lo que más ilusión me hacía. Pero el día que apareciste me quedé sin deseos, porque eras lo que yo quería.
Y allí, en el parque me invadió una sensación de felicidad que no había experimentado nunca, era realmente feliz, sin que nada malo pasara por mi cabeza.
Supongo que siempre habrá algún deseo que se pueda pedir, ahora estoy buscando uno nuevo, y sé que se llegará a cumplir.
besitos de algodón de azúcar
martes, 10 de julio de 2007
¿RARA?
Yo prefiero el término distinta, o diferente, no sé, me suena mejor. Aunque ya me he ido acostumbrando a que la gente me considere rara.
¿Rara? ¿por qué? ¿por qué no hago lo que hace todo el mundo? ¿ por qué me gustan otro tipo de cosas? ¿por qué escucho música que no es la tuya? ¿por qué visto diferente?
Entonces sí, seré rara, y me encanta. Me encanta ser esa personita distinta en las quedadas, que pone el punto de color en los momentos oscuros, que aporta sueños, fantasías, ilusiones, la que vive en el presente como si tuviera 21 años y a veces como si tuviera 7, o 15, depende de como tenga el día, la que sigue creyendo que los cuentos de hadas existen, pero que cada uno debe buscar y escribir el suyo.
Reconozco que a veces me hubiera gustado ser más convencional, cuando era más pequeña, y así me hubiera ahorrado alguna que otra lagrimilla, y que he dejado de hacer muchas cosas para que no me miraran mal. Pero ahora no, con el tiempo he aprendido a mostrarme tal y como soy, sin importarme lo que piensen los demás, quien me quiere de verdad, me quiere aunque sea rara, y yo también me quiero así. Espero no perder nunca ese toque distinto, que se manifiesta con las cosas que digo(tonterías para el resto del mundo, pero mi mundo para mí), las cosas que hago, las cosas que vivo, y como las vivo, sino, si que me volvería rara, ya que dejaría de ser yo.
Besitos de algodón de azúcar
miércoles, 4 de julio de 2007
Y ESTABA ESCONDIDO
Salía de lavar su coche, ese viejo auto blanco comprado años atrás. Iba conduciendo por las calles de Madrid, como tantos otros días, tranquilo, relajado, escuchando la radio, cuando algo en su interior le llevó a elegir otro camino. De pronto se encontró con un montón de callejones, calles cortadas, callejuelas sin salida ¡aquello parecía un laberinto!
Incapaz de continuar en el coche, se bajó, intentaría salir de allí, a pie, o encontrar a alguien que le indicara la salida. Aquello era realmente desolador, estaba abandonado, ya no solo le parecía un laberinto, también tenía pinta de fortaleza.
¡Cu cum! ¿qué había sido aquello?
¡Cu cum! Retrocedió, estaba asustado, parecía, parecía... ¿un latido?
Y entonces latió el suyo cu cum, cu cum, cu cum, cu cum, cada vez más rápido. Algo raro estaba pasando, su corazón no paraba de contraerse, a cada paso que daba, aceleraba o frenaba el ritmo.
Decidió dirigirse hacia donde su corazón entraba en taquicardia, hacia donde los latidos que había escuchado se oían más fuertes. Giró una calle, otra, siguió recto, a la derecha, ahora a la izquierda, tomó una nueva calle y cayó al suelo, ¿qué era aquello? era completamente diferente del lugar, era, era... bonito, maravilloso, como un sueño. Estaba lleno de colores.
Se quedó fascinado, ¿Dónde estaba?
Estaba completamente centrado en sus pensamientos, cuando apreció una luz que parpadeaba como si fuera un latido. Fue hasta ella, y entonces lo vio, un corazón, pequeñito, escondido, asustado, y sin embargo era lo más bello que había visto nunca, ese corazón era diferente a todos los demás, era especial.
-Hola pequeño corazón.
Tímido, le dirigió una sencilla mirada, asustadiza, pero dejó ver al chico el brillo y la vitalidad que desprendían esos ojos.
-¿Estás solo? ¿Quieres que te ayude?
Seguía sin recibir respuesta. En aquel momento una hadita que pasaba por allí se acercó hasta ellos.
-Hola joven.
-Hola hadita, ¿puedes ayudarme? no consigo llegar al corazón
-Es un corazón difícil, llegar a él es complicado. Vive aquí, tranquilo y feliz. Se ha construido este mundo de ilusión y fantasía, y lo ha rodeado de una coraza, para que nadie pueda llegar a él. Y sin embargo, lo realmente imposible no es llegar aquí, sino hacer que él salga. Cada vez que alguien consigue entrar en su mundo, se esconde, no quiere salir fuera, y que le hagan daño, aquí el dolor no existe.
-Pero, no puedo dejarlo aquí, yo quiero llevarme este corazón conmigo, cuidarlo, quererlo, hacerle feliz. Quiero que sonría, que juegue, que se divierta, que sea feliz. Quiero compartirlo todo con este corazón.
-Pues inténtalo, pero te advierto que nunca nadie lo ha conseguido.
-Yo lo conseguiré.
Y la hadita desapareció.
Se sentó al lado del corazón.
-Me voy a quedar, aquí, a tu lado, el tiempo que haga falta, hasta que quieras salir de tu escondite, y estés dispuesto a enseñarme tu mundo.
Los días fueron pasando, allí en un rincón, sin moverse ni él, ni el corazón, hablando, riéndose, sin que el tiempo fuera un problema.
Un día el corazón se aventuró a salir de su escondite, y le enseñó su pequeño mundo secreto al joven.
El corazón seguía asustado, pero sabía que tarde o temprano tendría que afrontar la realidad que le esperaba fuera. No quería dar solo ese paso, y si quería que alguien le acompañara en ese nuevo reto, ese era ÉL.
Se plantaron frente a la puerta, llevaba el corazón entre sus manos, y al dar el siguiente paso, listo para recorrer aquel laberinto junto con el corazón, la fortaleza no estaba, en su lugar apareció el Retiro, el corazón desapareció de sus manos y a su lado apareció una joven, al mirarla a los ojos, reconoció a la propietaria del corazón.
-¿Estás lista?
-Sí.
Y juntos empezaron un nuevo camino.
besitos de algodón de azúcar
lunes, 2 de julio de 2007
Y LA MARIPOSA SE PUSO A VOLAR
Sí, cuando ya creía que no aparecería nunca, apareció, y movió sus alitas, vaya si las movió.
La mariposa volando ha llegado hasta ti, y te ha dado unas llaves, que abren una cerradura que lleva años cerrada, ya estaba casi oxidada cuando apareciste. Ahora que las tienes, se que me expongo a muchas cosas, buenas y malas. Pero si te has hecho con ellas es porque te las mereces, porque te has ganado mi corazón, día tras día, con cada pequeño detalle, y si alguien debe tenerlas ese eres tú.
Besitos de algodón de azúcar
La mariposa volando ha llegado hasta ti, y te ha dado unas llaves, que abren una cerradura que lleva años cerrada, ya estaba casi oxidada cuando apareciste. Ahora que las tienes, se que me expongo a muchas cosas, buenas y malas. Pero si te has hecho con ellas es porque te las mereces, porque te has ganado mi corazón, día tras día, con cada pequeño detalle, y si alguien debe tenerlas ese eres tú.
Besitos de algodón de azúcar
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